Escrito por Redacción |
Martes 01 de Diciembre de 2009 17:06 |
Fernando Francia *La muerte, todavía sin explicación, de cuatro ecologistas mancha para siempre la historia patria. Hace quince años murieron, en su casa de habitación, tres ecologistas en un incendio. Unos meses después otro compañero, de la misma organización, apareció muerto en un parque en San José. Ninguna de las cuatro muertes fue esclarecida. Habían ganado varias campañas, la más reciente contra la Stone Forestal, que pretendía construir un muelle astillero en Golfo dulce. Con aquella lucha se había destapado una serie de enredadas tramas empresariales y políticas en la zona. La crónica roja tiene en sus archivos notas sobre un incendio en Guadalupe, un siete de diciembre de 1994. Aunque en algunos de los textos de la época puede leerse que se trataba de ecologistas, con alguna breve reseña sobre sus luchas y logros, no fue suficiente como para que la memoria colectiva del país guardara esa tragedia como un acto de amedrentamiento al movimiento ecologista y social. El silencio se impuso, a pesar de un grupo de memoriosos que insiste, año tras año, en reclamarle a la historia el lugar que estos hechos merecen. Para muchos la palabra accidente ya no puede ir asociada a un acto de tal injusticia, como fue la muerte de los ecologistas de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO). Las sospechas se han ido confirmando al pasar de los años, mientras la impunidad continúa cabalgando a sus anchas. Oscar Fallas, María del Mar Cordero, Jaime Bustamante y David Maradiaga eran militantes y dirigentes de la hoy extinta AECO, pero la hoja de vida de esos luchadores se extendía más allá del ecologismo. El silencio, nuevamente, se impondría sobre la memoria y reforzaría su carácter de tragedia. Tal como rezaba un grafitti en pleno San José, ya hoy borrado por el tiempo, “San José germina en la tragedia del silencio”. Con la gente. AECO practicaba una estrategia de lucha exitosa que combinaba el activismo, la coordinación entre organizaciones, la búsqueda de organicidad entre la comunidad, la generación de conciencia entre los pobladores que, en definitiva, le darían legitimidad a todo el proceso y el apoyo internacional. Hoy esa estrategia es utilizada en innumerables campañas en el mundo entero, con mayor o menor eficacia, con mayores o menores resultados, pero siempre con la mística de quienes emprenden luchas desde el corazón y la razón. Desde el amor por la vida y el amor por el planeta y su gente. La lucha de Oscar, María del Mar, Jaime y David sigue viva, porque en cientos de costarricenses su memoria está presente y porque en cada lucha ecologista de este país su legado deja huella. Una memoria que a diario se transforma en lucha porque el trabajo no está terminado. Mientras haya injusticia social, mientras haya destrucción ambiental y mientras la desigualdad y la impunidad sigan campeando en esta sociedad y mientras el silencio siga tornándose en tragedia, alguien que haya tomado la bandera de sus manos seguirá luchando. Protagonistas. Oscar Fallas. Dirigente, movilizador y articulador, una personalidad de gran carisma. Su huella, su enseñanza galopa hoy por cientos de personas que aprendieron con él que los sueños hay que empujarlos para que sucedan. Oscar hilaba entre el movimiento social hacia una lucha articulada, movilizadora. Su trabajo fue siempre una forma de organización desde abajo, que lograba la movilización de la gente que lograba identificarse y apropiarse de las luchas. María del Mar Cordero. Una de las mujeres de fuego, de esas que encienden pasión y con ella emprende sus luchas y reivindicaciones. Tenía una especial forma de acompañar procesos, en donde los verdaderos protagonistas pudieran llevar adelante la búsqueda de una mejor vida, de las soluciones a su medida, colocando la participación local como uno de los valores fundamentales. Jaime Bustamante. Soñador y poeta, maestro y motivador. Su entendimiento con los más jóvenes lo llevó a ser el mentor de una camada de muchachos y muchachas que, ya sea en Desamparados o en la zona Sur, lleva ahora su liderazgo, su poesía y su motivación dentro de sí mismos. Jaime siempre aportaba ese condimento que hacía falta para cuajar el cambio personal y colectivo. David Maradiaga. Activista, poeta, luchador. Un incitador a la irreverencia, un escritor de futuro en cualquier copa. Logró comprometer la poesía con su lucha y su lucha con la poesía. Su risa ancha, su aguda mirada y su profundo humanismo podían echar andar cientos de motores en quien haya podido compartir algunas horas de reflexión, de poesía o de charla de trasnoche. Su ímpetu y fuerza vivaz continúan siendo inspiración para toda una generación. *Comunicador. |
1 comentario:
Jaime y María fueron dos grandes amigos de los que guardo muy grata memoria. Jaime, boliviano que adoptó a Costa Rica como una segunda casa, gustaba leer y compartir temas profundos y complejos. María, amiga intensa, luchadora y tierna. La celebración de su triunfo contra una multinacional de la destrucción fue efímera y sustituida por su trágica muerte que nos llenó de furia a todos sus amigos y compañeros de lucha. Nada, ningún informe policial del OIJ, nos pudo convencer de que no se trató de un cruel y malvado asesinato sanguinariamente realizado a fuego por una compañía que buscaba convertir nuestros bosques en palillos de fósforos.
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